Se calcula que en el cuerpo humano hay alrededor de ¡cien billones! de células, pero cuidado: más del 90% son bacterias de nuestro intestino grueso. Lógicamente son mucho más pequeñas que las nuestras. Recientes investigaciones han puesto de manifiesto que el equilibrio entre estos millones de bacterias es muy importante para nuestra salud, y que el tipo de alimentos que ingerimos es determinante para conseguir este equilibrio entre bacterias beneficiosas (la inmensa mayorÃa) y perjudiciales. Una mala dieta o un tratamiento de antibióticos pueden romperlo y generar problemas.
Ã?ltimamente se está relacionando, por ejemplo, el colon irritable con este equilibrio bacteriano: el descenso en el número de bacterias beneficiosas puede provocar el aumento de otras dañinas, lo que dispararÃa la respuesta del sistema inmunitario del cuerpo dando lugar a la inflamación; algunas investigaciones en ratones asà lo han puesto de manifiesto.
El 75% de las bacterias que viven en nuestro intestino grueso no han sido todavÃa identificadas, su identificación es difÃcil pues no sobreviven fuera de su medio. Sà hemos conseguido conocer que uno de los elementos que fomentan el crecimiento de las llamadas buenas son los llamados fruto-oligo-sacáridos (FOS), que no se digieren y llegan intactos al intestino grueso sirviendo de alimento a las bacterias; los alimentos ricos en FOS son la cebolla, el puerro, el plátano, la manzana, el espárrago, la achicoria, el ajo, la alcachofa, el trigo, la cebada y el centeno. Cuatro gramos diarios de FOS son suficientes para que se desarrollen las bacterias beneficiosas, que mantienen a raya a las patógenas. También se pueden ingerir éstas en los yogures que tanto se publicitan, pero, en este caso, la mayor parte de las mismas no llegan al intestino pues no resisten el proceso de la digestión; estos lactobacillus o bÃfidobacterias se han relacionado con un papel positivo sobre el sistema defensivo evitando además las alergias alimenatrias.
Ã?ste no es el único papel importante que juegan las bacterias en nuestras vidas. De su función ecológica, industrial, medicinal… seguiremos informando.