Desde 4ºB, el alumnado de Los Métodos de la Ciencia nos quiere poner al dÃa en cuanto a los efectos que tiene el elevado consumo de golosinas que se puede observar hoy dÃa en la población más joven.
Ya nos empieza avisando Cristina MengÃbar de que «a los jóvenes nos encantan las comidas rápidas, con sabores fuertes y agradables (dulces, salados, salsas y mostazas) y con bebidas dulces y estimulantes. Esta forma de comer es claramente desequilibrada y, a la larga, puede ser perjudicial para el organismo.» Sara Caballero habla del «creciente consumo de este tipo de productos, que ha provocado un incremento del colesterol infantil. Además, si los niños no toman el calcio suficiente, tendrán riesgo de padecer osteoporosis. La obesidad, el colesterol alto y también la hipertensión son factores de riesgo cardiovascular a cualquier edad, es fundamental adquirir hábitos de alimentación sana y equilibrada desde la infancia.» La cosa no empieza muy bien, y parece que Lorena Mosqueda no tiene intención de arreglarlo cuando nos habla de otro efecto pernicioso del azúcar, la caries:
«Las caries puede darse por el excesivo consumo de azúcares y la poca higiene bucal; suele comenzar con una grieta en el esmalte, a medida que crece, penetra en la cavidad de la pulpa y llega hasta los nervios causando un intenso dolor, luego las bacterias causantes pueden penetrar en los vasos sanguÃneos dentales y formar un absceso en la raiz del diente…», mejor no continuar, ya trataremos en otra ocasión este tema.
Daniel Espejo nos comenta otro peligro, del que ya se ha tratado en este blog, «el azúcar en cantidad excesiva puede ser peligrosa porque desajusta los delicados mecanismos de regulación que permiten almacenar y â??quemarâ? los azúcares simples. Este desajuste favorece la gordura (almacenamiento de azúcar en forma de grasa por intermedio del hÃgado) y también la diabetes (respuesta incorrecta a la producción de insulina por el páncreas -fatiga las células del páncreas-).» También dejamos este tema abierto para una futura entrada.
Se ha hablado en los últimos tiempos del azúcar como una posible causa de hiperactividad en niños, Marta Pérez nos comenta que «otros cientÃficos afirman que tras varias pruebas no han encontrado ningun efecto de hiperactividad en niños que consumen caramelos, ni tampoco que pueda afectar en el comportamiento ni en el rendimiento intelectual. Esta teorÃa sobre la hiperactividad por el consumo de azùcares nació en los años 70, pero no han podido comprobarlo. Los cientÃficos han negado esto y, por el contrario , han comprobado que los azúcares tienen un efecto sedante sobre los niños, es decir, el azúcar produce efectos relajantes…».
Tal vez menos conocido sea el problema del que escriben Elisabet Baena y Débora Castro: «… el azúcar es uno de los ingrediente que puede envejecer la piel» y buscan posibles alternativas. Aunque como nos explican Saúl Perea y Manuel Gil algunas otras sustancias no están fuera de sospecha pues «los colorantes y aditivos artificiales utilizados habitualmente en productos alimenticios infantiles y juveniles que tomáis con frecuencia exacerban la hiperactividad en los niños, incluso en aquellos que no sufren ese trastorno…»
O sea que no solo se trata de los efectos negativos del azúcar, sino de otras sustancias como nos avisan Rafael E. Arévalo y Juan F. Ortiz:
«Un equipo de investigadores en Alemania realizó un descubrimiento después de examinar a dos pacientes que sufrÃan diarrea crónica, dolor abdominal y pérdida de peso severa, y que consumÃan grandes cantidades de chicles que contenÃan sorbitol. Los productos que contienen polioles en su composición pueden poseer un efecto laxante. De hecho, en el etiquetado de alguno de estos productos se avisa al consumidor del posible efecto laxante que puede aparecer a causa de un consumo excesivo del producto. El efecto laxante del sorbitol (también conocido como E420) se puede presentar al consumir más de 50 gramos al dÃa, mientras que en el caso del manitol, más de 20 gramos pueden causar diarrea. Por este motivo, conviene limitar la ingesta diaria de polioles (sorbitol y manitol) y su consumo está desaconsejado en niños, ya que su bajo peso corporal puede hacer que los efectos sean más agudos.»
Pero para finalizar vamos a leer lo que nos dice Yolanda Barrios, que nos puede dejar mejor sabor de boca pues preguntándose por qué comemos dulces cuando estamos deprimidos, y se contesta «porque tienes ansiedad y empiezas a comer para tratar de calmarla, esto se llama sublimación (reemplazar algún problema con alguna actividad, en este caso la gente que empieza a comer para calmar la ansiedad). Además se ha comprobado que los chocolates, dulces, etcâ?¦ tienen efectos que dan alegrÃa parcialmente a las personas (debido a las sustancias que contienen), pero no nos pasemos.»
También José Povedano es más positivo y nos habla del fantástico efecto de algunos caramelos mentolados cuyos «efectos en tu aparato respiratorio es fantántisco, quedando éste completamente descongestionado. Obviamente estos caramelos no hacen maravillas pero sà sirven para aliviar bastante las molestias que cualquier resfriado provoca a la hora de respirar, además de suavizar la garganta en los casos de tos.»