Durante más de cien años se estuvo buscando el cometa (es lo normal en este caso) del que procedían estas estrellas fugaces que podremos ver esta noche (entre las 12 y las 2 a.m. será la mejor hora), hasta que, en 1983, gracias al satélite infrarrojo IRAS se observó un cuerpo celeste de varios kilómetros de anchura que fue llamado 3200 Faetón, cuya peculiaridad consistía en el gran tamaño de los meteoroides que esparcía.
Desde el diario EM nos intentan explicar el misterio:
El año pasado, científicos californianos, utilizando dos naves especiales gemelas de la NASA (Stereo), pudieron observar cómo el brillo de 3200 Faetón se duplicaba, lo que creen que pudo producirse cuando expulsó polvo al resquebrajarse la roca en su superficie debido al calor del Sol.
Sin embargo, esa eyección fue más bien pequeña, por lo que no sería suficiente para mantener el torrente de las Gemínidas durante mucho tiempo. De hecho, otros astrónomos, como Bill Cooke, de la NASA, señalan que más bien podrían ser los restos que quedaron después del desprendimiento del asteroide del gigantesco Pallas, si bien el propio Cooke apunta que su origen «sigue siendo un misterio».
Los últimos estudios de las órbitas de las Gemínidas concluyen que fueron expulsadas del asteroide cuando se encontraba muy cerca del Sol. Según los astrónomos, su órbita lo lleva muy cerca de la órbita de Mercurio cada año y medio, por lo que el cuerpo rocoso recibe una ráfaga de radiación solar que podría provocar los cohorros de polvo que se evaporan y se integran en la Gemínidas.