En su gran obra Systema Naturae (décima edición de 1758), Linneo nos bautizó con el nombre científico de Homo sapiens que tan bien conocemos. Ya sabéis que Homo es el nombre del género; en este mismo género incluyó otra especie: Homo sylvestris, el orangután. Puedes verlos en la foto superior de esta entrada, ¿te reconoces? ¿Y en la foto de abajo? La palabra orang-hutan significa «hombre de la selva» en malayo.
Hoy día «nos hemos alejado» taxonómicamente de los orangutanes, aunque nos incluimos con ellos dentro de los homínidos. Son póngidos, con una cara que nos recuerda la nuestra y, además, pulgares oponibles en las manos; también los poseen en los pies, como si tuviesen cuatro manos.
Los últimos reductos para esta especie se encuentran en las islas de Borneo y Sumatra y nos avisan desde allí que el peligro de extinción crece: el censo entre las dos islas no supera los 25.000 (frente a los 60.000 de finales de los años noventa); en una década la especie puede dejar de ser viable genéticamente, según la veterinaria española Karmele Llano, que trabaja en la zona.
Tras ver esta foto, tal vez te interese saber también que los embarazos duran entre ocho meses y medio y nueve meses y los pequeños orangutanes nacen indefensos. A los pocos meses son capaces de alternar la lactancia con frutos masticados antes por su madre y al cabo de un año ya pueden comer por sí solos. Alcanzan la madurez sexual muy tardíamente, y además tienen una alta mortalidad infantil, con lo cual su futuro se hace aún más incierto