El velcro

Seguro que tienes a mano algo donde puedas observarlo: el VELCRO… ¡qué buen invento! La historia del mismo es curiosa, ya casi legendaria. Se debe al ingeniero suizo George de Mestral que, allá por los años cuarenta del siglo XX (¿te acuerdas?), tras dar un paseo a su perro, intentó quitar del pelo del chucho y de su propia ropa las semillas de la planta que allí llaman cardo alpino (Xanthium spinosum) y, como os ha podido pasar muchas veces a vosotros mismos, le costó mucho trabajo arrancarlas, sobre todo del pelo del animal.

Tras el arduo trabajo, examinó las semillas y observó que tenían miles de ganchitos que se prendían a las superficies rugosas… Tras algunos años patentó el velcro, basándose en esta «patente natural». El velcro precisamente está formado por dos tiras de nylon que se unen sólidamente, una de ellas está compuesta por pequeños ganchos que se insertan en una maraña de tejido de la otra. Conocéis sus usos: en la ropa, en muebles, coches, por todas partes… pero tal vez no sepáis que se usa incluso en naves espaciales, ¿te imaginas para qué?

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