El milagro de las bayas de goji

¿Cómo han podido invadir los expositores de fruterías e hipermercados? ¿Una estudiada campaña de marketing? ¿Un inocente boca a boca?… ¿Tendrá algo que ver con la instantaneidad?

En cualquier comercio te dan una lección completísima de sus virtudes, aquí tienes un ejemplo de lo que te pueden contar. Recientemente, investigadores de la Universidad de Granada nos hacían despertar del milagro y nos ponen los pies en el suelo, además de advertir que no es goji todo lo que reluce: léelo en CIENCIA DIRECTA

¿Hay animales gays?

Un tema peliagudo y sobre el que siempre recibimos preguntas en clases de Biología: ¿Hay animales gays?

Para empezar qué palabras deberían utilizarse para tratarlo, ¿la palabra homosexualidad es adecuada? Para la Ciencia no es un tema sencillo y en muchas ocasiones se han trivializado los hallazgos sobre el mismo. Hoy mismo un artículo de John Mooallem, originalmente publicado en el New York Times, aparece traducido en el diario EP. Encontramos datos sobre las especies en las que se han encontrado este tipo de relaciones:

Están documentadas hasta el momento diversas formas de actividad sexual entre miembros del mismo sexo en más de 450 especies de animales, desde el flamenco hasta el bisonte. Un koala hembra puede empujar a otra hembra contra un árbol para montarla. Y es sabido que los delfines macho del Amazonas se penetran unos a otros en sus orificios de aire. Pero en la mayoría de las especies, el sexo homosexual está documentado sólo de manera esporádica. Estas observaciones, cuando se incluían en los artículos científicos, solían añadirse como mera curiosidad, y no como materia legítima de investigación. Los biólogos suelen catalogar estos episodios como anécdotas aisladas en un elegante universo darwiniano en el que todas las facetas de la conducta de un animal están orientadas hacia la reproducción. Un primatólogo aventuró que el verdadero motivo por el que dos orangutanes macho se hacían felaciones mutuas era una cuestión de nutrición.

Ahora las investigaciones sobre esta temática comienzan a realizarse de forma más seria, aunque las reacciones de determinados grupos ante estas noticias suelen sacar las cosas de su sitio, así nos lo describe el artículo tras la publicación de un estudio sobre las parejas de hembras en los albatros:

… Se creó una avalancha de comentarios en los medios, que, según los casos, celebraban los hallazgos de Young como un claro llamamiento a la igualdad o los denigraban, con argumentos como que eran «un ejemplo estúpido de pura propaganda y ciencia selectiva» o «un esfuerzo para humanizar a los animales, rebajar a los seres humanos al nivel animal o promover unos intereses determinados». Muchos señalaron que los animales también violan o se comen a sus crías; ¿tenía que tolerar Estados Unidos que eso también se extendiera sólo porque era «natural»?

Por otro lado, el sesgo heterosexual a la hora de interpretar los resultados queda claro en este párrafo del artículo:

«En general se sigue dando por supuesta la heterosexualidad», dice el biólogo Bruce Bagemihl. «Se considera que los individuos, las poblaciones y las especies son completamente heterosexuales mientras no se demuestre lo contrario». Aunque éste parezca un punto de partida razonable, Bagemihl dice que es un «sesgo heterosexual» y que ha constituido un obstáculo importante a la hora de comprender la diversidad de las acciones de los animales. En 1999, Baghemihl publicó Biological exuberance, un libro que reunía un enorme volumen de investigaciones aisladas para demostrar que los prejuicios de los biólogos habían marginado la homosexualidad animal durante los últimos 150 años. Los comportamientos de cortejo entre dos animales del mismo sexo figuraban en la literatura especializada con términos como «falso cortejo» o «seudocortejo», o simplemente «práctica». Un científico interpretó las relaciones homosexuales entre avestruces como «una molestia» que «no cesa». Un hombre que estudiaba las mariposas azules en Marruecos en 1987 lamentó tener que describir «los escabrosos detalles de unos comportamientos morales cada vez más bajos y las espantosas escenas sexuales» que «ya aparecen con demasiada frecuencia» en los periódicos nacionales. Y un biólogo especialista en el carnero de las Rocosas contó en sus memorias: «Todavía me estremezco al recordar al viejo macho D montando una y otra vez al macho S».

La homosexualidad en el mundo animal es difícil de interpretar y pone patas arriba principios básico de la evolución, muy bien descritos en los documentales de La 2, relativos a la transmisión de los genes como guía básica de commportamiento:

La homosexualidad es un caso difícil, porque parece infringir el principio fundamental, el de que todo el comportamiento sexual está orientado hacia la reproducción. La pregunta es: ¿por qué va a emprender nadie una actividad sexual que no es reproductiva?». Y mucho menos una actividad que parece claramente contraproducente. Además, si los animales que tienen los genes relacionados con esa conducta tienen menos probabilidades de reproducirse, ¿cómo se las han arreglado para no desaparecer?

Buscar explicaciones de forma general, como intentan algunas investigaciones actuales no es sencillo. Puede resultar más fácil hacerlo de forma aislada para cada especie. Podéis encontrar algunos casos en la parte final del artículo con sus posibles y correspondientes interpretaciones.
¿Hay animales gays? en el diario EP

¿Hay vida (terrestre) en Marte?

Mientras Stephen Hawking, casi como un juego, nos lanzaba hace pocos días la advertencia de que un encuentro en la tercera fase podría tener graves consecuencias para nuestro planeta (esperemos que comiencen con los políticos), comparando la situación con la llegada a América en el redescubrimiento del continente allá por 1492, en Marte seguir la pista de su agua podría llegar a mostrarnos señales de vida, presente o pasada, y esperemos que menos peligrosa.

Pero no habíamos pensado, al menos yo, que la vida que podría haber en nuestro vecino pudiera ser vida importada desde el planeta azul hasta el rojo. Así pudimos leer recientemente en las páginas del FECYT:

Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Florida Central afirma que las bacterias comunes que viajan en las naves espaciales son capaces de sobrevivir al duro ambiente marciano lo suficiente como para contaminar inadvertidamente la superficie del planeta con vida terrestre. El descuido puede ser un problema, ya que, si algún día encontramos un organismo vivo en ese lejano mundo tendremos que preguntarnos si es realmente extraterrestre o su cara nos resulta… excesivamente familiar.

Leed el artículo completo.

Si te interesa el tema marciano, tienes un especial en el diario EP donde puedes acceder en un plisplás (perdón, en un clic) a noticias, animaciones, audios, galerías, etc.