¿Hay vida (terrestre) en Marte?

Mientras Stephen Hawking, casi como un juego, nos lanzaba hace pocos días la advertencia de que un encuentro en la tercera fase podría tener graves consecuencias para nuestro planeta (esperemos que comiencen con los políticos), comparando la situación con la llegada a América en el redescubrimiento del continente allá por 1492, en Marte seguir la pista de su agua podría llegar a mostrarnos señales de vida, presente o pasada, y esperemos que menos peligrosa.

Pero no habíamos pensado, al menos yo, que la vida que podría haber en nuestro vecino pudiera ser vida importada desde el planeta azul hasta el rojo. Así pudimos leer recientemente en las páginas del FECYT:

Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Florida Central afirma que las bacterias comunes que viajan en las naves espaciales son capaces de sobrevivir al duro ambiente marciano lo suficiente como para contaminar inadvertidamente la superficie del planeta con vida terrestre. El descuido puede ser un problema, ya que, si algún día encontramos un organismo vivo en ese lejano mundo tendremos que preguntarnos si es realmente extraterrestre o su cara nos resulta… excesivamente familiar.

Leed el artículo completo.

Si te interesa el tema marciano, tienes un especial en el diario EP donde puedes acceder en un plisplás (perdón, en un clic) a noticias, animaciones, audios, galerías, etc.

Biodiversidad bacteriana en nuestra piel

La biodiversidad de nuestra piel es mayor de la que hasta ahora pensábamos, se han encontrado bacterias de 19 phylla, así se revela tras el estudio dirigido por Elizabeth Grice desde el National Human Genome Research Institute de Bethesda y publicado en Science.

La mayor diversidad la encontramos en el antebrazo, y y la menor detrás de las orejas. Se han estudiado 20 puntos de tres tipos de zonas: secas, húmedas y oleosas.

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En este enlace puedes acceder a la imagen del mapa bacteriológico de nuestra piel con mayor detalle.

Comprender cómo los factores genéticos y ambientales se relacionan con algunas enfermedades dermatológicas como los eccemas, la psoriasis o el acné es una de las grandes bazas de esta investigación. También en la piel, el equilibrio entre las bacterias patógenas y las simbióticas parece ser importante para mantener una piel sana.

Fuente y más información en DMEDICINA

Entrada relacionada: ALGUNAS BACTERIAS BUENAS

Los libros también enferman

Una iluminación excesiva, luz solar directa, hongos, tintas metálicas, ataques de insectos, termitas o bacterias, la saliva de los labios para pasar páginas, altas temperaturas, humedad o ventilación inadecuadas… son todos ellos factores que pueden afectar a la «salud» de nuestros libros.

Desde MuyInteresante nos presentan una infografía en la que, en una biblioteca virtual, podemos ver de forma interactiva los principales agentes que pueden hacer «enfermar» nuestros textos.

Visto en Sopa de Ciencias

Infecciones hospitalarias

Hoy hemos escuchado hablar mucho en las noticias del Acinetobacter, bacteria que está causando estragos en los hospitales: una de las principales causantes de las infecciones hospitalarias, también llamadas nosocomiales. Concretamente se trata en este caso de la especie A. baumannii (causante del 7% de los casos de este tipo de infecciones en España), microoorganismo con multirresistencia a los antibióticos, contra el que hay que luchar, especialmente en las UCI de los hospitales. Se calcula, según la OMS que casi millón y medio de personas sufren complicaciones en el mundo entero debido a este tipo de problemas infecciosos.
Las bacterias, al igual que todas las especies vivas, han de adaptarse al medio; hacerse resistentes a los antibióticos no es más que eso, un modo de adaptación. Al generarse nuevos antibióticos, las bacterias van haciéndose inmunes y, curiosamente, algunos que habían dejado de utilizarse vuelve a ser útiles.
El uso indiscriminado de antibióticos para el tratamiento de enfermedades y para su prevención, incluso en otros sectores no medicinales, está en la raíz del problema. Otro día hablaremos de eso.
Para saber más…(Fuente principal: Consumer)

Golosinas

Desde 4ºB, el alumnado de Los Métodos de la Ciencia nos quiere poner al día en cuanto a los efectos que tiene el elevado consumo de golosinas que se puede observar hoy día en la población más joven.

Ya nos empieza avisando Cristina Mengíbar de que «a los jóvenes nos encantan las comidas rápidas, con sabores fuertes y agradables (dulces, salados, salsas y mostazas) y con bebidas dulces y estimulantes. Esta forma de comer es claramente desequilibrada y, a la larga, puede ser perjudicial para el organismo.» Sara Caballero habla del «creciente consumo de este tipo de productos, que ha provocado un incremento del colesterol infantil. Además, si los niños no toman el calcio suficiente, tendrán riesgo de padecer osteoporosis. La obesidad, el colesterol alto y también la hipertensión son factores de riesgo cardiovascular a cualquier edad, es fundamental adquirir hábitos de alimentación sana y equilibrada desde la infancia.» La cosa no empieza muy bien, y parece que Lorena Mosqueda no tiene intención de arreglarlo cuando nos habla de otro efecto pernicioso del azúcar, la caries:

«Las caries puede darse por el excesivo consumo de azúcares y la poca higiene bucal; suele comenzar con una grieta en el esmalte, a medida que crece, penetra en la cavidad de la pulpa y llega hasta los nervios causando un intenso dolor, luego las bacterias causantes pueden penetrar en los vasos sanguíneos dentales y formar un absceso en la raiz del diente…», mejor no continuar, ya trataremos en otra ocasión este tema.

Daniel Espejo nos comenta otro peligro, del que ya se ha tratado en este blog, «el azúcar en cantidad excesiva puede ser peligrosa porque desajusta los delicados mecanismos de regulación que permiten almacenar y â??quemarâ? los azúcares simples. Este desajuste favorece la gordura (almacenamiento de azúcar en forma de grasa por intermedio del hígado) y también la diabetes (respuesta incorrecta a la producción de insulina por el páncreas -fatiga las células del páncreas-).» También dejamos este tema abierto para una futura entrada.

Se ha hablado en los últimos tiempos del azúcar como una posible causa de hiperactividad en niños, Marta Pérez nos comenta que «otros científicos afirman que tras varias pruebas no han encontrado ningun efecto de hiperactividad en niños que consumen caramelos, ni tampoco que pueda afectar en el comportamiento ni en el rendimiento intelectual. Esta teoría sobre la hiperactividad por el consumo de azùcares nació en los años 70, pero no han podido comprobarlo. Los científicos han negado esto y, por el contrario , han comprobado que los azúcares tienen un efecto sedante sobre los niños, es decir, el azúcar produce efectos relajantes…».

Tal vez menos conocido sea el problema del que escriben Elisabet Baena y Débora Castro: «… el azúcar es uno de los ingrediente que puede envejecer la piel» y buscan posibles alternativas. Aunque como nos explican Saúl Perea y Manuel Gil algunas otras sustancias no están fuera de sospecha pues «los colorantes y aditivos artificiales utilizados habitualmente en productos alimenticios infantiles y juveniles que tomáis con frecuencia exacerban la hiperactividad en los niños, incluso en aquellos que no sufren ese trastorno…»

O sea que no solo se trata de los efectos negativos del azúcar, sino de otras sustancias como nos avisan Rafael E. Arévalo y Juan F. Ortiz:

«Un equipo de investigadores en Alemania realizó un descubrimiento después de examinar a dos pacientes que sufrían diarrea crónica, dolor abdominal y pérdida de peso severa, y que consumían grandes cantidades de chicles que contenían sorbitol. Los productos que contienen polioles en su composición pueden poseer un efecto laxante. De hecho, en el etiquetado de alguno de estos productos se avisa al consumidor del posible efecto laxante que puede aparecer a causa de un consumo excesivo del producto. El efecto laxante del sorbitol (también conocido como E420) se puede presentar al consumir más de 50 gramos al día, mientras que en el caso del manitol, más de 20 gramos pueden causar diarrea. Por este motivo, conviene limitar la ingesta diaria de polioles (sorbitol y manitol) y su consumo está desaconsejado en niños, ya que su bajo peso corporal puede hacer que los efectos sean más agudos.»

Pero para finalizar vamos a leer lo que nos dice Yolanda Barrios, que nos puede dejar mejor sabor de boca pues preguntándose por qué comemos dulces cuando estamos deprimidos, y se contesta «porque tienes ansiedad y empiezas a comer para tratar de calmarla, esto se llama sublimación (reemplazar algún problema con alguna actividad, en este caso la gente que empieza a comer para calmar la ansiedad). Además se ha comprobado que los chocolates, dulces, etcâ?¦ tienen efectos que dan alegría parcialmente a las personas (debido a las sustancias que contienen), pero no nos pasemos.»

También José Povedano es más positivo y nos habla del fantástico efecto de algunos caramelos mentolados cuyos «efectos en tu aparato respiratorio es fantántisco, quedando éste completamente descongestionado. Obviamente estos caramelos no hacen maravillas pero sí sirven para aliviar bastante las molestias que cualquier resfriado provoca a la hora de respirar, además de suavizar la garganta en los casos de tos.»

Algunas bacterias buenas

Se calcula que en el cuerpo humano hay alrededor de ¡cien billones! de células, pero cuidado: más del 90% son bacterias de nuestro intestino grueso. Lógicamente son mucho más pequeñas que las nuestras. Recientes investigaciones han puesto de manifiesto que el equilibrio entre estos millones de bacterias es muy importante para nuestra salud, y que el tipo de alimentos que ingerimos es determinante para conseguir este equilibrio entre bacterias beneficiosas (la inmensa mayoría) y perjudiciales. Una mala dieta o un tratamiento de antibióticos pueden romperlo y generar problemas.
�ltimamente se está relacionando, por ejemplo, el colon irritable con este equilibrio bacteriano: el descenso en el número de bacterias beneficiosas puede provocar el aumento de otras dañinas, lo que dispararía la respuesta del sistema inmunitario del cuerpo dando lugar a la inflamación; algunas investigaciones en ratones así lo han puesto de manifiesto.
El 75% de las bacterias que viven en nuestro intestino grueso no han sido todavía identificadas, su identificación es difícil pues no sobreviven fuera de su medio. Sí hemos conseguido conocer que uno de los elementos que fomentan el crecimiento de las llamadas buenas son los llamados fruto-oligo-sacáridos (FOS), que no se digieren y llegan intactos al intestino grueso sirviendo de alimento a las bacterias; los alimentos ricos en FOS son la cebolla, el puerro, el plátano, la manzana, el espárrago, la achicoria, el ajo, la alcachofa, el trigo, la cebada y el centeno. Cuatro gramos diarios de FOS son suficientes para que se desarrollen las bacterias beneficiosas, que mantienen a raya a las patógenas. También se pueden ingerir éstas en los yogures que tanto se publicitan, pero, en este caso, la mayor parte de las mismas no llegan al intestino pues no resisten el proceso de la digestión; estos lactobacillus o bífidobacterias se han relacionado con un papel positivo sobre el sistema defensivo evitando además las alergias alimenatrias.

Ã?ste no es el único papel importante que juegan las bacterias en nuestras vidas. De su función ecológica, industrial, medicinal… seguiremos informando.